Música nueva

Música de cámara de compositoxs jóvenes 

CONCIERTO FINAL 

25 de agosto—19 h.
Sala Xochipilli. Facultad de Música-UNAM.
ENTRADA LIBRE

P R O G R A M A

PAUSA 

Sobre las obras

Arturo Ángeles Lerma: El agua está soñando 

Esta obra está inspirada en dos ideas y la mezcla de ambas: la separación de las aguas y la creación del mundo (Génesis 1:1 – 25), y el final del poema “La vida es sueño” de Calderón de la Barca: “¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño; / que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son”. La idea es, pues, un génesis onírico, partiendo del elemento fundamental para la vida: el agua. 

Ismael Morales: Miniaturas luminosas 

Experimentación, reflexión sobre el sonido y sus matices y, ¿por qué no?, una interpretación iluminada. 

Guillermo Cuéllar: Murmuraciones 

Obra para piano en tres movimientos que simula la complejidad del vuelo de miles de estorninos. 

Axel Retif: Diptera

"Es una pieza compacta, intensa, clara y absolutamente idiomática. Quizá, lo que más me gusta de la pieza es que crea un mundo a partir de una sola idea, la cual se de- sarrolla, paradójicamente, con una temporalidad orgánica calmada y explosiva al mismo tiempo. Alcanzar el equilibrio entre aparentes opuestos es algo muy difícil de lograr y esta pieza lo hace con una solvencia contundente. Es una obra que resuena en la mente por mucho tiempo". Wilfrido Terrazas. 

Jimena Palma de Gyvés: Petricor  

“Petricor”, el olor a tierra mojada, es representado por el saxofón (la tierra) y el piano (el agua). Primero se presenta el tema de la tierra con un solo de saxofón, hasta que las gotas de agua comienzan a caer. De ahí en adelante es un juego bajo la lluvia, hasta que esta se detiene para así, finalmente, hacer una remembranza de las gotas cayendo suavemente sobre la tierra

Esteban Hernández: Criaturas mitológicas 

Esta obra intenta representar de manera descriptiva a seres poco conocidos de la mitología mexicana. 

David Téllez:14245 533 294 21

Ecatepec, desde hace décadas, se posiciona entre uno de los municipios más peligrosos de México debido a su alto índice delictivo que abarca desde secuestros, tráfico de drogas y altísima frecuencia en robos a mano armada y homicidios dolosos, hasta alarmantes cifras de incidencia en violaciones, abuso sexual y feminicidios.

Ecatepec trae consigo la sensación de miedo cotidiano infundido colectivamente –incluso para los que no viven aquí– como síntoma claro de la vida en un lugar en el que más del 90% de sus habitantes afirman no sentirse seguros.

El alto nivel de violencia dentro del municipio genera una curiosa forma de ser reconocido, popularidad peculiarmente acreditada por la recurrencia de noticias perversas que se han convertido en la única cara de Ecatepec, en donde solo se puede ver por el lado infame, en donde la integración de la violencia a la vida cotidiana de sus habitantes se ha convertido en el sentido único de la cultura de este lugar y cuyo eco ensangrentado resuena en todo el país.

Basta ver algunos casos:

- 14245 robos con violencia al año (2017)
- 533 asesinatos por año (2015)
- 294 denuncias por violación al año (2016)
- 21 feminicidios (2017- primer lugar en feminicidios al año)

Sin embargo, los números solo son eso. Y aquí hay cantidades que incluso con más de cuatro dígitos padecen una oquedad interminable, que no remite en nada a la magnitud de los acontecimientos como tal. Unos números que dan mucho de qué hablar y nada que se pueda hacer hasta ahora